Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. Filipenses 2:21
Hace un año, me llamaron como maestra de HLJ. Fue muy confuso para mí, pues usualmente no tengo niños a mi cargo casi nunca. Fue bastante difícil comenzar a cumplir bien mi clase, y poco a poco fuí haciendolo mejor. Los niños tienen un amor tan puro que pocas veces fueron las que recordaba cuanto miedo tenía a tratar con ellos.
Una mañana conocí a una pequeña, con un carisma muy lindo y tan inteligente. Sus padres no eran miembros de la Iglesia, pero la traía una vecina y así fue adaptandose rápidamente. Esta pequeña tenía 6 años y de repente dejó de asistir dos semanas seguidas.
Cuando regresó y entró al salón, ví que tenía un aspecto muy débil y pálida. Cuando los otros niños le preguntaban porque no podía sacarse el pañuelo de la cabeza, ella explicaba de que había enfermado recientemente y estuvo internada en tratamientos que hicieron que pierda el cabello, todos pusieron una carita de confusión pero a la vez desinterés en lo sucedido y más interesados en las láminas de juegos que había traído para la lección de la mañana.
Me partió el corazón realmente fue un impácto demasiado grande, que mientras cantabamos "Siento el amor de mi Savador" tan felices, se me cayeron unas cuantas lágrimas y salí de la clase por un momento. No podía comprender como podía sucederle algo tan triste a una pequeña y no sabía de que manera protegerla. Al entrar al salón y verlos sonrientes y felices me enseñó a como pueden estos pequeños niños mostrarme su fortaleza y confianza en Dios. Mientras yo lloraba por dentro por la situación de esta pequeña, ella se pasó y nos explicó a todos de que Dios la amaba y que los días en los tratamientos pensaba de que nunca volvería a jugar con sus amigos, pero que en este instante podía hacerlo y no iba a perder un solo minuto sin disfrutarlo!.
- Pequeña estarás muy bien, todo va a salir bien ya veras, Dios te ama y siempre te va a proteger.
- Maestra ¿no sé si me curaré? pero en este momento puedo jugar mucho y eso me hace feliz.
Quise comenzar con esta historia porque fue un ejemplo para mí esa mañana. Cuesta mucho desprendernos de lo que poseemos, de nuestras cosas materiales, de la seguridad económica, comodidades acostumbradas, yendo un poco más lejos: De nuestros seres queridos, de nuestra salud física, mental, etc. Más aún desprendernos de nuestras propias vidas y seguir estando agradecidos con el Señor, como esta pequeña que a pesar de todo el sufrimiento que acababa de pasar, tenía la sonrisa más brillante del salón, agradecída de poder estar en la clase jugando nuevamente, no sabía por cuanto, pero le bastaba estar ahí para saber que Jesucrito la amaba y sentirse bendecida de ese nuevo día.
A veces tratamos mal a los demás por situaciones que no son relevantes, renegamos por no tener auto y llegar tarde a la Iglesia por esa razón, y si lo tenemos, porque no es del modelo que acaba de salir, renegamos por la casa muy chica, por el exceso de trabajo, etc, etc, por cargar los pesados libros y no tener un dispositivo móvil que lo tiene todo, porque nos cortarán una de las tarjetas de crédito, porque los hijos no pueden ir a escuelas más caras, porque estamos resfriados en verano, y así hay una larga lista de situaciones cotidianas que generan un mal trato hacia el resto. Estamos molestos, frustrados y esto debilita el deseo de ayudar a los demás, siquiera con uan sonrisa o una buena actitud.
El Señor dijo: "... para que sepáis que cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, sólo estáis al servicio de vuestro Dios". Mosíah 2:17
"Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros si alguno tuviere queja del otro; de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros". Colosenses 3:12-15
Ruego de que el Señor nos ayude a comprender sus designios divinos y sometamos nuestra voluntad a la voluntad del Señor, todos tenemos cosas que vamos a tener que abandonar, que el camino que estamos siguiendo en nuestra vida sea el camino de la voluntad de Dios, que no seamos egoístas, sino más bien desprendidos de nosotros mismos y sea la gracia de Dios la que encamine nuestras vidas.
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